viernes, 31 de julio de 2009
Francisco González de Cisneros
Fachada de la Universidad de Alcalá, que fundó Cisneros.
Este fue el más importante miembro de esta familia, por eso agrego una breve biografía copiada de Wikipedia, igual que la fotografía:
Francisco Jiménez de Cisneros O.F.M.Obs. cuyo nombre de pila era Gonzalo, más conocido como el Cardenal Cisneros (Torrelaguna, 1436 – Roa, 8 de noviembre de 1517). Cardenal, Arzobispo de Toledo y Primado de España, perteneciente a la Orden Franciscana, tercer Inquisidor General de Castilla y regente de la misma a la muerte de Fernando el Católico. A la muerte de Felipe el Hermoso presidió también el Consejo Real que asumió funciones de Regencia sin consentimiento de la reina Juana, hasta la llegada de Fernando el Católico.
Nació en Torrelaguna en 1436, hijo de hidalgos pobres. Posiblemente fue enviado a la cercana villa de Alcalá de Henares en su adolescencia a hacer estudios de gramática; los continuó en el Colegio Mayor de San Bartolomé en Salamanca; de allí pasó a Roma en donde fue ordenado sacerdote.
Tras el fallecimiento de su padre regresa a España y consigue el arciprestazgo de Uceda, enfrentándose con el arzobispo de Toledo, lo que significó el encarcelamiento de don Gonzalo por el arzobispo Carrillo durante algunos años. A pesar de su reclusión, Cisneros no renunció a su cargo, en el que fue mantenido por el cardenal Gónzalez de Mendoza, aunque el encierro debió de durar poco tiempo según se deduce en algunas biografías, pues poco después, en 1478, Cisneros era capellán mayor de la catedral de Sigüenza.
Sufrió una profunda crisis espiritual que le llevó a entrar en la orden de los franciscanos; fue entonces cuando sustituyó su nombre de Gonzalo por el de Francisco en honor a San Francisco de Asís. Se encerró en el convento de la Salceda y durante siete años llevó una vida monacal.
De allí lo sacó la Reina Isabel (Isabel la Católica) en el año 1492, tras convencerle de que aceptara ser su confesor, siguiendo los consejos del entonces arzobispo de Toledo, el cardenal González de Mendoza, primer protector de Cisneros.
Fue nombrado provincial de la orden franciscana y acometió en ella una profunda reforma; más tarde reformó el clero secular.
A la muerte del cardenal Mendoza en 1495, fue nombrado arzobispo de Toledo, lo que en la baja edad media era ostentar el mayor poder tras La Corona, al ser Primado de España, pero Cisneros era un hombre que no se dejó impresionar; debajo de sus lujosas vestiduras llevó siempre el humilde hábito franciscano.
Isabel la Católica tuvo en Cisneros no sólo un confesor, también un consejero. Al morir la reina, son nombrados reyes de Castilla Juana la loca y su esposo Felipe de Habsburgo; muerto éste repentinamente, su viuda dio muestras de demencia por lo que Cisneros asumió la regencia hasta que Fernando el Católico regresara de Nápoles para hacerse cargo del gobierno de Castilla. Fernando, agradecido, consigue para Cisneros un capelo cardenalicio. En la etapa posterior, Cisneros fue el paladín de las campañas africanas, participando en la conquista de Orán, al igual que en los tiempos de Isabel la Católica había participado activamente en la conquista de Granada. Sintiéndose muy enfermo durante la toma de Orán, se retiró secretamente a Alhama de Almería (Almería), donde recibió un tratamiento en el Balneario de la localidad.
Muerto Fernando el Católico, asumió la regencia por segunda vez hasta que el joven príncipe Carlos, que se encontraba en Flandes, viniera a España para ocupar el trono. En esta etapa es cuando Cisneros, que contaba ya con ochenta años, da muestras de unas dotes políticas y una habilidad para gobernar extraordinarias. Supo hacer frente a unos nobles deseosos de recuperar el poder perdido y a las intrigas de los que pretendían sustituir en el trono español a Carlos por su hermano Fernando, educado en España.
Cisneros murió en Roa cuando se dirigía a recibir al futuro Carlos I de España.
Durante su vida participó, en mayor o menor medida, en todo lo que se hizo durante el reinado de los Reyes Católicos y contribuyó de forma decisiva a la configuración del nuevo estado. Reformó la vida religiosa que había caído en una gran relajación moral y una variedad intelectual. Supo ver que toda renovación empezaba por la educación y, sin ser un erudito, fundó en Alcalá de Henares una de las instituciones que más ha influido en la cultura española: la Universidad Complutense.
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