martes, 30 de junio de 2009

VINO A CHILE A FUNDAR NOBLEZA (Iº parte)


Estatua del Papa Julio III, tomada de wikipedia.
Encontré en una revista Mirador una narración del libro "Leyenda y Episodios chilenos" de Aurelio Díaz Meza, editados en Argentina, editorial Talcahuano. se titula:
VINO A CHILE A FUNDAR NOBLEZA y lo trascribo completo:
"De los italianos que pasaron a Chile durante el primer período de la Conquista, fue, sin duda, Vicencio de Monte el personaje de mayor significación por sus antecedentes de familia y por la situación personal que tuvo en la Corte española, antes de venir a las Indias.
Nacio en Milán por los años de 1495 a 98, fue compañero y amigo de Hernando Colón, vivió con él en su morada varios años, y con él se trasladó a Sevilla, después de la muerte del Descubridor de América, para reclamar los derechos que le correspondían como heredero el Almirante del Mar Océano. Juntos hicieron las gestiones, bastante afanosas por cierto, para establecer la cuantía de los dineros que debía recibir la testamentaría del Almirante, y juntos experimentaron los desengaños y miserias que los envidiosos de la gloria de Cristóbal Colón les provocaron para aminorar o suprimir los beneficios a que tenían derecho sus herederos, según las capitulaciones que el Descubridor firmara con Isabel la Católica, antes de salir a la empresa de cruzar la mar desconocida y tenebrosa.
Tan leal amigo se mostró Vicencio de Monte de Hernando Colón durante esta larga y penosa odisea, que en su lecho de muerte no encontró el heredero de Cristóbal otra persona que Vicencio para encargarle el cuidado de su familia, designándolo su albacea.Monte desempeñó abnegadamente ese cargo desde 1536 hasta 1544, y de tal manera supo conciliar los intereses de la familia de su mandante con los de la Corona española, que el Emperador Carlos V, una vez liquidada la testamentería, le nombró Factor Real de Venezuela (llamada entonces Nueva Andalucía), en la expedición que para continuar ese descubrimiento salió de España a las órdenes del Adelantado Francisco de Orellana, en cuyo cargo se desempeñó a entera satisfacción del Soberano, según lo veremos enseguida:
Vicencio de Monte provenía de una antigua familia italiana. Su padre fue el Mayorazgo Balduino de Monte, hermano de Juan María de Monte, que llegó al Trono Pontificio en 1550 bajo el nombre de Julio III, habiendo sido antes Arzobispo de Siponte y luego Cardenal de San Vital. Investido de la púrpura cardenalicia, fue nombrado Nuncio de Su Santidad en Boloña y más tarde en Lombardía, en cuyas cortes le tocó actuar contra la política del Emperador Carlos V.
Una vez exaltado al trono de los Papas, el Cardenal gestionó para su hermano Balduino, padre de Vicencio de Monte, el marquesado de Monte de San Severino; pero no logró sus deseos a causa del repentino fallecimiento del Pontífice, ocurrido en 1555, a los 5 años de su reinado.
Su sobrino Vicencio había acompañado al cardenal diplomático durante su actuación en Lombardía; pero como la situación del Cardenal respecto de Carlos era delicada, según ya lo dije, Vicencio no creyó conveniente seguir acompañando a su tío, puesto que, siendo albacea de Hernando Colón, tenía muchos inetereses que cuidar en España y en la Corte del Emperador, intereses que podían sufrir muchos perjuicios a causa del entrevero en que se encontraba el diplomático romano. Vicencio se trasladó, pués, a Sevilla, y no quiso continuar bajo la protección de su tío.
En esta ocasión fue cuando el Emperador lo nombró Factor Real de la Nueva Andalucía.
Vicencio de Monte no sesempeñó este cargo mucho tiempo; antes de dos años, fue destinado al Perú, a las órdenes de la Real Audiencia que gobernaba por muerte del Virrey Blasco Núñez Vela y combatía la rebelión encabezada por Gozalo Pizarro. Terminada la primera de estas revueltas, Monte obtuvo licencia para pasar a Chile, en Compañía de su antiguo amigo y comptriota Juan Bautista Pastene, en 1547, en el bergantín Santiago. Este barco arribó a Coquimbo a mediados de ese año con serias averías, y a fin de no perder tiempo, Pastene, Monte y otros pasajeros que allí venían, emprendieron viaje a Santiago, por tierra.
Pedro de Valdivia recibió a Monte con demostraciones de especial deferencia, haciendo honor a sus antecedentes y a las recomendaciones de su leal amigo el Capitán Pastene. "El tiempo que estuve en dicha ciudad de santiago, estuve en la posada del Gobernador" dice Vicencio de Monte en una declaración judicial que prestó en Lima un año más tarde.
Los graves acontecimientos que ocurrieron en Santiago a los pocos días de la llegada de Pastene dieron ocasión a Vicencio de Monte para demostrarse un leal amigo del Gobernador. Por circunstancias que ya he contado, el Gobernador Valdivia determinó partir sorpresivamente al Perú, incautándose de la cantidad de ochenta mil castellanos de oro que encontró embarcados en el recién llegado Santiago,y perteneciente a varios vecinos, pobres y ricos, de la Colonia, que habían obtenido permiso para regresar a España. Para ejecutar este acto que iba a conmover a la Capital y que fectivamente, la puso al borde de la ruina, el Gobernador necesitó de sus mas fieles compañeros.
Francisco de Villagra y Juan Bautista Pastene quedaron en Chile, como tenientes de Valdivia, uno en tierra y otro en la mar, y un grupo selecto de diez hidalgos se embarcó con él en el Santiago, fondeado en Quintero, mar afuera, para impedir que fuera barrenado por los partidarios del conspirador Sancho de Hoz. Entre esos hidalgos, al lado de Alderete, García de Cáceres, Juan Jufré, Don Antonio Beltrán, Diego de Oro, etc., figuró el recien llegado Vicencio de Monte.
Llegados al Perú, encontraron aquel Reino envuelto en una espantosa guerra civil; Gonzalo Pizarro continuaba rebelado contra la autoridad representada por el Presidente de la Audiencia, Licenciado Pedro de la Gasca, y pretendía nada menos, que coronarse Rey del Perú...Valdivia y sus compañeros se pusieron desididamente a las órdenes del representante del Rey, y de ahí a poco la ##Real, vino a colocar a los de Chile en situación privilegiada.
Vicencio de Monte se había desempeñado lucidamente como ayudante de campo de Pedro de Valdivia, y fue uno de los favorecidos por aquella situación.
Resuelto a radicarse en Chile, "la mejor tierra del mundo", según declaró después, contrajo matrimonio en Lima con la hija de uno de los conquistadores más prestigiosos del Perú, el rico encomendero del Cuzco, Gonzalo de los Nidos; la niña se llamaba doña Juana Copete de Sotomayor y a la fecha de su matrimonio, que fue solemnizado -como que asistieron a él los más altos personajes de Lima "y un Oidor"- contaba apenas unos veinte años, "y era hermosa" al decir de mariño de Lobera que la conoció.
Para más honrar a la pareja feliz, Pedro de Valdivia "le dejó en el Callao una galera para trasladara a estas tierras, con mujer e casa". La galera, a los dos meses de navegación, dio fondo en Coquimbo a mediados de abril de 1549.
El presidente Gasca, por su parte, quiso premiar al sobrino del Papa Julio III con especiales distinciones y mercedes, ya que Vicencio de Monte había declarado que venía a Chile "a fundar nobleza" y el personaje lo merecía. En primer lugar lo nombró Veedor dela Real Hacienda del Reino de Chile y además le dio una provisión que constituía un verdadero privilegio. Consistía esta "declaración e mandamiento" en autorizarlo -a pesar de las expresas prohibiciones reales vigentes- para conservar encomiendas de indios, sin perjuicio de su cargo de Ministro de la Real Hacienda. Como encargados de cobrar los quintos reales y las contribuciones en general, los contadores, los veedores y los tesoreros de Indias tenían prohibición absoluta para recibir encomiendas, para explotar minas o para emprender cualquier negocio en América.
(continúa)

1 comentario:

felipe dijo...
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